lunes, 23 de junio de 2008

MamA versus PapA

Un encuentro, música mediante, de nuestro querido dictador caído (el héroe olvidado) y la primera y última mujer de nuestras vidas.‘El padre’ (como video) no vale gran cosa, solo denle play y ‘oigan’ la letra y ‘lean’ la música. Se nombra a una ‘Negra’, que es la manera de llamar a las mujeres blancas de cabello negro en Argentina, en este caso es la mamá. Y es a ella, a quien con una lágrima se le hace una confesión muda de amor, en la canción siguiente: ‘Madre’. De la cual incluyo la canción y una postal (Madre.pps) que pueden descargar del link. Solo una madre nos perdona en esta vida, es la única verdad, es mentira lo demás...

Hector Gagliardi - El padre



El padre...
¿Y Negra... te puedo hablar...? Ya los pibes (niños) se han dormido, así que deja el tejido que después te equivocas, y hoy te quiero preguntar por qué motivo las madres de la mañana a la tarde amenazan a sus hijos con ese estribillo fijo: ¡Ah... cuando venga tu padre...!
Y con tu padre de aquí y con tu padre de allá, resulta de que al final al verme llegar a mí, lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados, y yo que vengo cansado de trabajar todo el día, recibo por bienvenida una lista de acusados...
Vos empezás con tus quejas y yo, tengo que enojarme, lo mismo que hacia mi Padre cuando escuchaba a la Vieja... que entraba a fruncir las cejas apoyando a esa fiscal que en medio del temporal se erigía en defensora, lo mismo que vos ahora ¡qué siempre... me dejas mal...!
Si los perdono... ¡Qué ejemplo...! ¡Así es como los educo...! Si los castigo... ¡Sos bruto, no tenés sentimientos...!
A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio que poner cara de serio y escuchar tu letanía...
¡A mí, que me paso el día pensando jugar con ellos...!
¡Yo sueño llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo, de la gente, y de todo lo que pasa...!
Los hijos son la esperanza, el porqué de nuestras vidas, por eso... nunca le digas: ¡Ah... cuando venga tu padre...!
¡No quiero encontrar culpables, quiero encontrar alegría...! ¡Qué no me pongas de escudo como lo hacía mi Madre, que consiguió que a mi Padre lo imaginara un verdugo...! ¡Él llegaba... él llegaba y te aseguro que terminaban las risas y en lugar de una caricia y de hablarle como a un amigo, lo miraba compungido presintiendo una paliza...!
Y el pobre que me entendía, sacudiendo la cabeza escuchaba con tristeza lo que mi Madre decía -y que él de sobra sabía-: '¡Qué con este no se puede, que me ensució las paredes, que la calle, la pelota, que trajo muy malas notas y me saca canas verdes...!'.

‘¡A la cama, sin comer!’ -aburrido me ordenaba- mi Madre me consolaba y yo lo culpaba a él... a él que había llegado recién de trabajar, tan cansado... y ya lo había amargado con todas mis travesuras...! ¡Yo era una criatura pero jamás lo he olvidado...!
Los hijos... los hijos nunca analizan el sentimiento del Padre, porque el brillo de la madre es tan fuerte que lo eclipsa; solo le hacemos justicia a su íntimo sentir cuando nos toca vivir a nosotros su problema...
¡Ah... si mi Padre supiera que recién lo comprendí...! ¡Y por qué nunca me dijo del modo que me quería, si hoy yo sé como sufría al ver enfermo a su hijo...! ¡Por qué me miraba fijo el primer pantalón largo y sé que me habrá besado cuando yo estaba durmiendo...!
Hoy que todo lo comprendo ¿Por qué no estará a mi lado...? ¡Por qué no estarás ahora, ahora para abrazarte bien fuerte viejo lindo... y ofrecerte mi cariño a todas horas...!
¿Ves a tu hijo que llora...? ¡Pero... llora con razón, porque te pide perdón al pensar en esos días en que ciego no veía que eras todo corazón...!
¡Dejame Negra que llore, es tan lindo desahogarse...! ¿Vamos a ver lo que hacen nuestros futuros señores... mmm? ¡Miralo, esos pantalones...! ¡Tapala un poco a la piba...! ¡Sí... ya sé... no me lo digas... 'Hoy se fue a la calle sola...'!
¡Acostate rezongona... mañana será otro día...!
*

Manuel Acosta Ojeda - Madre



Madre, cuando recojas con tu frente mi beso
todos los labios rojos que en mi boca pecaron
huirán como sombras cuando se hace luz.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
‘¿dónde estará mi hijo, por qué no llegará?’
y por más que las bese, no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes como aves moribundas
déjame que las bese
tanto, tanto han rezado
por mis locos errores y mis vanas pasiones.
Y por último, madre, deja que me arrodille
y sobre tu regazo coloque mi cabeza
y dime ‘hijo de mi alma’, para llorar contigo...

Madre.pps
http://www.mediafire.com/?00uajdm0bun
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